29 agosto 2011

Un olvidado de la magia

Entre los magos que vivieron en el siglo XX, hubo uno muy importante, que en mi opinión ha pasado desapercibido entre nosotros, pero que merece ser ubicado en uno de los primeros puestos de la historia de la magia moderna.

Su figura trascendió hace unos años, más por su vida secreta, por su lado oscuro, que por su trayectoria, sus conocimientos y su aporte a la magia.

Según algunos historiadores, fue la voz más influyente del arte de la magia en el siglo XX.

Nacido en 1898, a la edad de 5 años supo que su vida seria la magia, y a ella se dedicó hasta su muerte.

Una de las cosas que aprendió y aplicó en su vida, fue como, y a quien escuchar.

Con solo19 años ingresó a la SAM (Society American Magicians), convirtiéndose en el mago mas joven en ser aceptado en la importante Asociación.

Fue amigo de los magos más famosos e influyentes como Kellar, Houdini, Thurston, Dante, Fu Manchu, Dunninger, por nombrar solo unos pocos.

De alta estatura (1,90 mt), nariz prominente y ojos azules, su detalle más característico, eran sus “sobresalientes orejas”, en el decir de algunos: algo parecido a las manijas de una jarra.

Hizo varios viajes alrededor del mundo no solo mostrando su magia ante presidentes, sultanes y reyes, sino también estudiando y aprendiendo el arte en cada uno de los más de 40 países que visitó.

Tal era su educación y forma de decir las cosas que en sus jóvenes 26 años, fue contratado por Houdini, para darle forma a aquellas famosas conferencias que el gran escapista incluía en sus presentaciones sobre el espiritismo.

También aportaba conceptos, que Houdini utilizaba contra los fraudes espiritistas.

Según los estudiosos del tema, algunos de los párrafos de las conferencias de Houdini, tenían el “sello” del joven mago contratado.

Sus conocimientos mágicos, teóricos, de psicología, historia y literatura mágica, lo convirtieron en una personalidad muy consultada.

Experto en pases de manos, podía rodar entre sus dedos hasta 4 monedas al mismo tiempo. Sus efectos con monedas, maravillaban aún a los magos: una moneda de color blanco cambiaba de color varias veces con solo abrir y cerrar su mano.

También fue un maestro en el arte de la psicología de la misdirection.

En los años 40, escribió un artículo relacionado con la aparición de los platos voladores, como se nombraba a los Ovni en aquella época.

Destacaba en su escrito, la relación entre la magia y aquellas visiones.

No era que dudara de que existieran tales objetos voladores, pero las alucinaciones, según investigaciones a las que nuestro personaje había accedido, eran más comunes que lo que se creía, y siempre se relacionaban más con lo visual que con lo auditivo.

La vista podía ser engañada, porque también la mente entraba en el proceso de manejar la información.

La magia es un laberinto, en la cual no solo los ojos juegan su parte en el efecto mágico; la mente también juega un papel fundamental, que puede hacernos transitar por un camino equivocado.

Al respecto ejemplificaba lo que nos sucede a los magos muchas veces: los espectadores nos comentan proezas o efectos que no hemos realizado.

Lo que describen, puede ser una combinación de un juego con parte de otro juego, o quizás algo que el público imaginó pero el mago nunca realizó.

En nuestra vida cotidiana, como en la magia -comentaba-, nuestras mentes están constantemente interpretando aquello que nosotros vemos, la sugestión puede hacer ver cosas que no son.

Estudió en profundidad la mente humana en su relación con el ilusionismo, y en sus propias palabras:

“la gente imagina cosas y habla de efectos mágicos que en realidad no presenciaron, lo que están relatando, es lo que la magia les transmitió”.

No solo era capaz de demostrar sus finas habilidades, sino que también podía hablar de la historia de los juegos que realizaba, sus fundamentos y su genealogía.

Un ejemplo parecido a lo que comento, donde los efectos vienen acompañados con cultura mágica, lo he podido observar en las conferencias de los colegas argentinos Michel, Greco y Kartis.

Los relatos de quienes lo conocieron y escribieron sobre el, me hacen pensar que su forma de presentar la magia era de estilo similar a Eugene Burger.

Coleccionista desde su adolescencia, llegó a generar una de las colecciones más importantes del mundo, con miles de volúmenes en más de 20 idiomas, programas, cartas y contratos de magos famosos, fotos, etc.

Finalmente, después de pasar por varios dueños, muchos de los ítems de aquella fabulosa colección fueron comprados en 1991 (U$D 2.200.000) por David Copperfield, y reposan ahora en algún lugar de Las Vegas, Nevada, donde Copperfield tiene montado su museo secreto con tesoros incalculables.

Escribió varios libros entre los que se encuentran Quicker than the Eye, The Art of Illusion, Modern magician: A pocket manual of tricks, Magic of the World, etc.

Tal su personalidad, que no llegó solo al matrimonio, portaba una atención sorpresa para su prometida.

Mas que un regalo, una condición: la futura esposa tendría que aceptar su relación amorosa de 7 años con otra mujer, y no solo eso, también consentirla una vez casados.

Aquella “extraña” situación terminó en 1965, cuando murió Dorothy, su secretaria y amante, 5 años antes de la desaparición del mago.

John Mulholland, mago, escritor, editor, conferencista, coleccionista, una autoridad como pocas en el arte de la magia, murió en 1970.

No muchos magos lo nombran hoy día.

Sea entonces este breve resumen, un rescate de este multifacético personaje.

12 agosto 2011

Tony Cachimpunga – Magia en el Circo

El Circo Criollo

Los finales del siglo XIX, y varias décadas del XX, fueron épocas difíciles, y duras para algunos artistas, pero ellos disfrutaban plenamente lo que hacían.

Por ese motivo, ponían toda su energía y entusiasmo por aquel arte tan especial, que combinaba varias disciplinas tales como el teatro, la magia, y las especialidades circenses.

Aquellos soñadores no se formaban de manera académica, sino que toda su cultura, era fruto de la tradición familiar o de su arduo aprendizaje en el diario devenir. No existían la televisión ni internet.

El personaje que ocupa este espacio, fue uno de aquellos forjadores de esa escuela de artistas, que eran los cultores del circo criollo, en el cual se desarrollaba no solo la actividad circense, sino que además se presentaban obras de teatro, generalmente dramas, que tenían que ver con la realidad social de la época.

Tony Cachimpunga

Don Alfredo Fracchia, nació en Italia en 1892, y casi toda su vida se desarrolló en el ambiente circense. En toda su carrera, al margen del espectáculo circense, llegó a representar más de 350 dramas de teatro.

A través de algunos amigos del ambiente, aprendió sus primeros juegos de magia. Mas tarde amplió su repertorio, mediante los pocos libros disponibles de la época.

Por 1913, solía trabajar en colonias rurales en las cercanías de Rosario y Buenos Aires, y sus escenarios en los comienzos, eran las estaciones de policía o de ferrocarril, almacenes de Ramos Generales, y muchas veces directamente a campo abierto, donde el espacio escénico era delimitado por los coches o carruajes tirados por caballos de los mismos espectadores.

La mayoría del público pagaba en especias: pollos, lechones, verduras, etc., y la función era observada ya sea desde el propio medio de locomoción de los espectadores, y a veces sentados en el suelo, o bien sobre cajones de vino o de verduras.

Tiempo después, crecería el emprendimiento familiar, y entonces el espectáculo transcurría en una humilde carpa.

Valentina, la mujer de Alfredo, era su ayudante, cantaba, tocaba la guitarra y también “tragaba fuego”. Cada uno de sus hijos, tenía una especialidad dentro de la actividad del circo.

Alfredo, en su rol de Tony Cachimpunga, divertía a la gente con sus ocurrencias de payaso, y realizaba la magia del espectáculo. Todos sus elementos y aparatos eran construidos por el mismo.

Alfonso, uno de sus hijos, a quien entrevisté en 1988, me comentó los juegos que realizaba Cachimpunga.

En general eran los comunes de la época, pero uno de los que llamó mi atención fue aquel que figura en uno de los tomos de la Enciclopedia de Magia de Tarbell.

Un pañuelo del público era colocado en un marco de madera, se tapaba con papel de periódico, y luego era agujerado a través del papel en varios lugares; el dueño del pañuelo sufría con cada destrozo, pero finalmente cuando se retiraba el papel, toda la tela estaba tan sana como al principio.

Todos sus juegos eran condimentados con la gracia del payaso que ponía colorido al espectáculo.

Lamentablemente, ninguno de los hijos se interesó por la magia, y todos los equipos habrán terminado en algún basurero, según Alfonso.

Es una pena que las propagandas y avisos de sus giras, y los programas del espectáculo, muchos escritos a mano, corrieran igual suerte.

Sobre el final de su vida, Alfredo Fracchia el “Tony Cachimpunga” y su mujer Valentina, operaban una calesita de su propiedad que recorría todos los barrios de Rosario, y terminaron por asentarse en forma fija y definitiva, en una barriada humilde de los suburbios de nuestra ciudad.